La amigdalitis es una inflamación de las amígdalas, dos masas de tejido linfoide situadas a ambos lados de la garganta. Esta condición es muy común, especialmente en niños y adolescentes, aunque puede afectar a personas de cualquier edad. Las amígdalas forman parte del sistema inmunológico y actúan como primera línea de defensa contra bacterias y virus que ingresan por la boca. Cuando se infectan, pueden inflamarse y causar molestias significativas.
La amigdalitis puede ser causada por infecciones virales o bacterianas. Identificar los síntomas tempranamente es fundamental para recibir la atención médica adecuada y evitar complicaciones. En este artículo, exploraremos los síntomas más característicos de la amigdalitis para ayudarte a reconocer esta afección.
1. Dolor de Garganta Intenso
El dolor de garganta es el síntoma más característico y común de la amigdalitis. Este dolor suele ser intenso y persistente, empeorando al tragar alimentos, líquidos o incluso saliva. La sensación puede describirse como un ardor agudo o una molestia punzante que se concentra en la zona de las amígdalas.
El dolor puede irradiarse hacia los oídos debido a que los nervios de la garganta y el oído están conectados. Muchos pacientes refieren que el dolor es más intenso por la mañana al despertar, debido a que la garganta se reseca durante la noche. Este síntoma puede dificultar significativamente la alimentación y la hidratación, lo que requiere atención especial en niños pequeños.
2. Amígdalas Rojas e Inflamadas
Las amígdalas inflamadas son un signo visual evidente de la amigdalitis. Al observar la garganta, se pueden ver las amígdalas aumentadas de tamaño, con un color rojo intenso o escarlata. La inflamación puede ser tan pronunciada que las amígdalas casi se tocan en el centro de la garganta, reduciendo el espacio para el paso del aire y los alimentos.
En condiciones normales, las amígdalas son pequeñas y apenas visibles, pero durante una infección pueden duplicar o triplicar su tamaño. Esta inflamación es la respuesta del sistema inmunológico ante la presencia de agentes infecciosos. El grado de inflamación puede variar de leve a severo, y en casos extremos puede causar dificultad para respirar.
3. Placas o Puntos Blancos en las Amígdalas
La presencia de placas blancas, manchas amarillentas o puntos de pus en la superficie de las amígdalas es un síntoma muy característico, especialmente en casos de amigdalitis bacteriana. Estas placas están compuestas por células muertas, glóbulos blancos y bacterias o virus.
El aspecto puede variar desde pequeños puntos blancos dispersos hasta una capa blanquecina que cubre gran parte de la superficie amigdalar. Aunque pueden parecer alarmantes, estas placas son una respuesta normal del cuerpo para combatir la infección. Es importante no intentar removerlas manualmente, ya que esto puede causar sangrado y empeorar la infección. La presencia de estas placas suele indicar que se necesita evaluación médica para determinar si se trata de una infección bacteriana.
4. Dificultad para Tragar (Disfagia)
La dificultad para tragar, conocida médicamente como disfagia, es un síntoma muy molesto de la amigdalitis. Esta condición se produce por la combinación del dolor intenso y la inflamación de las amígdalas, que estrecha el paso de la garganta. Los pacientes a menudo describen la sensación de tener un bulto en la garganta que impide el paso normal de los alimentos.
Este síntoma puede llevar a una reducción significativa en la ingesta de alimentos y líquidos, aumentando el riesgo de deshidratación. En niños pequeños, puede manifestarse como rechazo a comer, irritabilidad durante las comidas o incluso babeo excesivo porque prefieren no tragar saliva. Algunos pacientes solo pueden tolerar líquidos fríos o alimentos blandos como purés o helados, que proporcionan cierto alivio temporal al adormecer la zona.
5. Fiebre y Escalofríos
La fiebre es una respuesta inmunológica común ante la amigdalitis, especialmente cuando la causa es bacteriana. La temperatura puede elevarse desde niveles moderados (38°C) hasta temperaturas altas que superan los 39°C o 40°C en casos más severos. La fiebre suele acompañarse de escalofríos, sudoración y sensación general de malestar.
En niños, la fiebre tiende a ser más alta que en adultos y puede aparecer súbitamente. Los episodios febriles pueden ser intermitentes, con períodos en los que la temperatura baja para luego volver a subir. Es importante monitorear la fiebre regularmente, especialmente en niños pequeños, ya que temperaturas muy elevadas pueden causar convulsiones febriles. La persistencia de fiebre alta por más de 48-72 horas requiere evaluación médica inmediata.
6. Ganglios Linfáticos Inflamados
Los ganglios linfáticos del cuello y la mandíbula suelen inflamarse como respuesta a la infección amigdalar. Estos ganglios, que normalmente no son palpables, se vuelven notorios y sensibles al tacto. Pueden sentirse como pequeñas bolitas o bultos debajo de la piel, generalmente a los lados del cuello, debajo de la mandíbula o detrás de las orejas.
La inflamación de los ganglios linfáticos indica que el sistema inmunológico está activamente combatiendo la infección. Pueden estar sensibles o dolorosos al presionarlos, y su tamaño puede variar desde el de un guisante hasta el de una uva. Esta inflamación puede hacer que girar el cuello sea incómodo. Los ganglios inflamados generalmente permanecen sensibles durante varios días después de que otros síntomas comienzan a mejorar, y pueden tardar semanas en volver completamente a su tamaño normal.
7. Dolor de Oído
El dolor de oído es un síntoma frecuente en la amigdalitis, aunque los oídos no estén directamente infectados. Este fenómeno se conoce como dolor referido y ocurre porque los nervios que inervan la garganta y las amígdalas comparten vías nerviosas con los que inervan los oídos. Por lo tanto, la inflamación en las amígdalas puede percibirse como dolor en uno o ambos oídos.
El dolor puede ser punzante, sordo o pulsátil, y tiende a intensificarse al tragar. Muchos pacientes, especialmente niños, pueden quejarse más del dolor de oído que del dolor de garganta, lo que a veces puede confundir el diagnóstico inicial. Es importante que un profesional de la salud examine tanto la garganta como los oídos para determinar el origen real del dolor y descartar una infección de oído concomitante.
8. Mal Aliento (Halitosis)
El mal aliento o halitosis es un síntoma desagradable pero común de la amigdalitis. Este olor distintivo es causado por varios factores relacionados con la infección: la acumulación de bacterias en las amígdalas, las placas de pus, las células muertas y la disminución en la producción de saliva debido a la dificultad para comer y beber.
El olor puede ser particularmente fuerte y notable para quienes rodean al paciente. En casos de amigdalitis crónica o recurrente, las criptas amigdalares pueden albergar restos de comida y bacterias que forman cáseum amigdalar, pequeñas bolitas blanquecinas con olor muy desagradable. La halitosis suele persistir hasta que la infección se resuelve completamente y puede ser un indicador de la severidad de la infección.
9. Voz Ronca o Apagada
Los cambios en la voz son frecuentes durante un episodio de amigdalitis. La voz puede volverse ronca, nasal, apagada o con un tono diferente al habitual. Esto ocurre porque las amígdalas inflamadas alteran la resonancia normal de la voz al modificar el espacio en la garganta y afectar el movimiento normal de las estructuras vocales.
Algunos pacientes describen que su voz suena como si hablaran con la boca llena o como si tuvieran una «papa caliente» en la garganta. En niños, este cambio puede ser especialmente notorio. El esfuerzo adicional requerido para hablar con claridad puede causar fatiga vocal. Estos cambios en la voz generalmente mejoran gradualmente a medida que la inflamación disminuye, aunque pueden persistir algunos días después de que otros síntomas hayan mejorado.
10. Dolor de Cabeza y Malestar General
El dolor de cabeza es un síntoma sistémico común que acompaña a la amigdalitis. Puede manifestarse como una cefalea tensional generalizada, dolor frontal o presión en toda la cabeza. Este síntoma está relacionado con la respuesta inflamatoria del cuerpo, la fiebre, la deshidratación y el malestar general.
El malestar general incluye síntomas como fatiga extrema, debilidad, dolores musculares (mialgias), pérdida de apetito y sensación de enfermedad. Los pacientes suelen sentirse exhaustos y prefieren permanecer en reposo. En niños, este malestar puede manifestarse como irritabilidad, llanto frecuente o somnolencia excesiva. La combinación de dolor de cabeza y malestar general puede afectar significativamente las actividades diarias, dificultando la concentración en el trabajo o la escuela y requiriendo varios días de descanso para la recuperación.
Principales Causas de la Amigdalitis
La amigdalitis puede ser causada por diversos agentes infecciosos, siendo los más comunes:
Infecciones virales: Son la causa más frecuente de amigdalitis, representando aproximadamente el 70% de los casos. Los virus más comunes incluyen:
- Virus del resfriado común (rinovirus, coronavirus)
- Virus de la gripe (influenza)
- Virus de Epstein-Barr (causa de la mononucleosis infecciosa)
- Adenovirus
- Virus del herpes simple
Infecciones bacterianas: Aproximadamente el 30% de los casos de amigdalitis son causados por bacterias. La bacteria más común es:
- Streptococcus pyogenes (estreptococo beta-hemolítico del grupo A), responsable de la faringitis estreptocócica
- Otras bacterias menos comunes incluyen Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae y Haemophilus influenzae
Factores de riesgo que aumentan la susceptibilidad:
- Edad temprana: niños y adolescentes son más propensos
- Exposición frecuente a gérmenes en escuelas o guarderías
- Sistema inmunológico debilitado
- Cambios estacionales, siendo más común en otoño e invierno
- Contacto cercano con personas infectadas
- Falta de higiene adecuada de manos
Prevención de la Amigdalitis
Aunque no siempre es posible prevenir la amigdalitis, existen medidas que pueden reducir significativamente el riesgo de contraer esta infección:
Higiene personal:
- Lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón durante al menos 20 segundos
- Usar desinfectante de manos con alcohol cuando no haya agua disponible
- Evitar tocarse la cara, especialmente la boca y la nariz, con las manos sucias
- No compartir utensilios, vasos, botellas de agua o alimentos con otras personas
Evitar el contagio:
- Mantenerse alejado de personas que tienen infecciones de garganta o resfriados
- No compartir objetos personales con personas enfermas
- Cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar con un pañuelo desechable o el codo
- Quedarse en casa cuando se está enfermo para no contagiar a otros
Fortalecer el sistema inmunológico:
- Mantener una dieta equilibrada rica en frutas y verduras
- Dormir las horas suficientes (7-9 horas para adultos, más para niños)
- Realizar ejercicio físico regular
- Manejar el estrés de manera adecuada
- Mantenerse bien hidratado
- Evitar el tabaco y el humo de segunda mano
Higiene del entorno:
- Limpiar y desinfectar regularmente superficies de contacto frecuente
- Ventilar adecuadamente los espacios cerrados
- Cambiar el cepillo de dientes después de una infección de garganta
- Lavar regularmente las sábanas y toallas
Preguntas Frecuentes sobre la Amigdalitis
¿Cuánto tiempo duran los síntomas de la amigdalitis?
La mayoría de los casos de amigdalitis viral mejoran en 7 a 10 días sin necesidad de tratamiento específico. La amigdalitis bacteriana, una vez iniciado el tratamiento apropiado según indicación médica, suele mejorar en 3 a 4 días, aunque es importante completar todo el tratamiento prescrito. Los síntomas más intensos generalmente ocurren durante los primeros 2 a 3 días.
¿La amigdalitis es contagiosa?
Sí, la amigdalitis es altamente contagiosa, especialmente durante los primeros días de la infección. Se transmite principalmente a través de gotitas respiratorias cuando una persona infectada tose, estornuda o habla. También puede propagarse por contacto directo con superficies contaminadas. El período de contagio generalmente dura desde poco antes de que aparezcan los síntomas hasta 24-48 horas después de iniciar el tratamiento adecuado en casos bacterianos.
¿Cuándo debo consultar a un médico?
Debes buscar atención médica si presentas dolor de garganta severo que dura más de 48 horas, dificultad para respirar o tragar, fiebre superior a 38.5°C que persiste más de 3 días, inflamación severa que dificulta abrir la boca, presencia de sangre en la saliva, o síntomas que empeoran en lugar de mejorar. En niños, consulta si hay babeo excesivo, rechazo completo a beber líquidos o signos de deshidratación.
¿Puede la amigdalitis causar complicaciones?
Aunque la mayoría de los casos se resuelven sin problemas, la amigdalitis no tratada adecuadamente, especialmente la causada por estreptococos, puede llevar a complicaciones como absceso periamigdalino, fiebre reumática, glomerulonefritis postestreptocócica, o infecciones que se propagan a otras áreas. Las amigdalitis recurrentes frecuentes también pueden afectar la calidad de vida y el desarrollo en niños.
¿Los adultos pueden tener amigdalitis?
Sí, aunque es más común en niños y adolescentes, los adultos también pueden desarrollar amigdalitis. En adultos, los síntomas pueden ser igual de severos o incluso más pronunciados. Los adultos con sistemas inmunológicos debilitados, en contacto frecuente con niños, o expuestos a entornos con muchas personas tienen mayor riesgo de contraer la infección.
¿Es necesario extirpar las amígdalas?
La amigdalectomía (extirpación quirúrgica de las amígdalas) generalmente solo se considera en casos específicos: cuando hay episodios muy frecuentes de amigdalitis (generalmente más de 7 episodios en un año, o más de 5 por año durante dos años consecutivos), cuando la infección no responde al tratamiento, cuando hay obstrucción significativa de las vías respiratorias, o cuando se desarrollan complicaciones recurrentes. Esta decisión debe tomarse en consulta con un especialista otorrinolaringólogo.
¿Puedo ir al trabajo o la escuela con amigdalitis?
Se recomienda quedarse en casa durante al menos las primeras 24 horas después de iniciar el tratamiento apropiado según indicación médica para evitar contagiar a otros. Además, el descanso es importante para la recuperación. En casos de amigdalitis viral, es aconsejable permanecer en casa mientras haya fiebre y los síntomas sean intensos. Retornar a las actividades normales debe hacerse gradualmente cuando te sientas mejor y ya no representes un riesgo de contagio.
¿Qué alimentos puedo comer con amigdalitis?
Se recomiendan alimentos suaves, fríos o tibios que sean fáciles de tragar: caldos, sopas tibias, purés, yogur, helados, batidos, gelatina, plátanos maduros y huevos revueltos. Evita alimentos ácidos (cítricos, tomates), picantes, duros, crujientes o muy calientes que puedan irritar más la garganta. Mantener una buena hidratación es fundamental, bebiendo abundantes líquidos como agua, tés de hierbas tibios con miel (en mayores de 1 año) o bebidas frías.
Referencias:
- Mayo Clinic – Tonsillitis
- MedlinePlus – Amigdalitis
- CDC – Strep Throat
- NHS – Tonsillitis
- Organización Mundial de la Salud
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